Libros y poesía al abrigo del monte

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La Andariega es una editorial impulsada por la escritora Silvia Álvarez y la diseñadora Romina Díaz en el Valle de Traslasierra. Pero además es el nombre del espacio cultural que impulsan en la zona. Ahora preparan la publicación de una novela sobre la Noche del Apagón en Jujuy. “Somos una editorial de monte porque estamos en este territorio y nos atraviesa”, explican.

Por Laura Hintze

Desde Córdoba

Silvia Álvarez y Romina Díaz están sentadas una junto a la otra, apoyadas en una mesa de madera. Frente a ellas hay un montón de hojas escritas. El escenario da a entender que, hasta minutos antes del arranque de esta entrevista, las estaban leyendo o corrigiendo. Es, contarán más tarde, apenas una partecita de la próxima novela de Silvia. Pero ahora están sentadas, toman unos mates —uno cada una, para evitar pasarse las típicas pestes del invierno — y comparten unas galletitas de avena. Así empiezan a contar la historia de “La Andariega. Editorial de monte”.

La editorial se ocupa y preocupa por la literatura y la pedagogía. Ya lleva editadas 18 obras, entre libros físicos y digitales; quince de autores de Traslasierra. Las ediciones incluyen la colección “La gata sabia“, que apunta a la primera infancia y para la que trabajaron ilustradores de la zona; una serie de tarjetas poéticas con acceso QR a libros digitales; material didáctico en forma de fichas integradas “para pensar, desafiar la inteligencia y resolver problemas”; y la colección de fanzines Pura Poesía, que reúne a poetas contemporáneos del valle. Y, claro: novelas y libros de cuentos. Todos se consiguen en este enlace.

La Andariega es una editorial, pero en el andar de la entrevista se descubre como algo más, difícil de definir. Hay palabras, literatura, educación, muchísimos libros. Y también hay proyectos, encuentros, una casa, un monte, y una vida por detrás y por delante. La Andariega fue el pseudónimo que eligieron Romina y Silvia sin haberse cruzado jamás. Las dos nacieron en Bahía Blanca, con casi treinta años de diferencia, y comparten la historia de un impulso: apenas pudieron, Silvia a los 13, Romina a los 20, se fueron de su ciudad. Y anduvieron. Hace casi tres años se encontraron en Las Chacras Sur, un paraje del Valle de Traslasierra (Córdoba), al límite con San Luis.

Silvia Álvarez, editora de La Andariega

Además de un pseudónimo y una editorial, La Andariega es el espacio que Silvia construye en medio de las sierras de los comechingones. Es un cuarto de hectárea donde está su casa, la editorial, una biblioteca abierta a la comunidad, un mirador, un pequeño teatro y una biblioteca para chicos. Tiene además un fogón y varios espacios de lectura al aire libre, donde se hacen peñas y encuentros con familias. En su casa, además, Silvia da talleres de narrativa, de poesía y de escritura para cancionistas, músicos y compositores del Valle, donde se trabaja la canción como género.

En ese mismo lugar, todos los meses se realiza un ciclo de cantautores con buffet, lectura y lo más preciado: el encuentro. Allí circulan talleristas, niños, niñas y docentes de jardín y de primaria de escuelas de la pedanía, familias, lectoras, lectores y turistas.

Hace más de diez años que Silvia construye su proyecto en ese rincón de tierra. “Para mí, el monte significó un hogar”, dice. Venía de llevar años viajando por América y de estar muchos otros establecida en Bolivia. Cuando volvió al país tuvo un paso fugaz por la ciudad de Buenos Aires, pero inmediatamente sintió que ya no podía estar ahí. Entonces apareció Traslasierra. “Fue como un refugio. Acá está la montaña, que es una gran maestra que te acoge, y el monte que te protege. Mi sensación fue que este era un lugar para armar mi casa”, cuenta. Su casa, relata, es su cobijo, un espacio para compartir, una escultura de su obra. No la siente como un lugar para quedarse. Pero sí para volver. “Poder desparramar todo lo que tengo y soy en un espacio físico me calma, me tranquiliza y me da la seguridad de que yo acá puedo volver cuando quiera”, expresa.

A La Andariega se llega subiendo un buen rato por las calles de tierra y piedras de Las Chacras Sur, una localidad ubicada casi en el límite natural con San Luis, que no tiene más de 400 habitantes. El principal empleo es la construcción y el trabajo rural. El camino ofrece un paisaje inmenso que todos los días es distinto. Hay algunos carteles que señalan el camino a la casa de Silvia. Son pequeños, de madera, y están escondidos entre espinillos, chañares y molles, en los restos de monte nativo cordobés que aún resisten al desmonte y que allí conviven con la literatura.

Es imposible ser indiferente al escenario. El monte, sin embargo, no es un tema abordado. En La Andariega no se le escriben poemas, odas, canciones o cuentos. Tampoco se convoca a escribirle. Pero eso no significa que no sea parte, que no sea fundamental para que todo sea como es. La presencia del monte nativo y su vastedad es siempre simbólica, sutil. “El monte se impone en nuestra cotidianidad. Es una forma de estar”, resume Romina. “Decimos que somos una editorial de monte porque estamos en este territorio y nos atraviesa”, explica.

Romina Díaz, editora de La Andariega

El encuentro de dos andariegas

Silvia, que ya venía con una importante carrera como escritora, editora y educadora, buscaba una diseñadora y compañera de proyectos para su editorial y proyecto literario y pedagógico. Pero las entrevistas fallaban. No había conexión con nadie que se acercara. “Tenía que explicar demasiado”, recuerda.

Un día le dijeron que hable con Romina, una profesora de danza y diseñadora gráfica que trabajaba con emprendedores, que también vivía en Las Chacras. Cuando se vieron por primera vez, en la puerta de la casa de Silvia, se dieron cuenta de algo inédito en la zona: nunca se habían cruzado. Ni siquiera se tenían de vista de las compras en el almacén. Muchos menos de la ciudad donde nacieron. Es como si todo se hubiera dado para ese momento. Empezaron a trabajar con sigilo, de a poco. Hasta que Romina le mostró su primera idea. Ahí Silvia pensó: “La encontré”.

Romina tiene 39 años, es alta, de piel morena y risa fácil. Es bailarina, se dedicó a tejer, a coser y a diseñar. Dice que lo que más le gusta y placer le da es generar belleza; que siempre busca la perfección estética en su trabajo y entorno. Silvia tiene 68, el pelo corto y blanco, un andar retacón y una sonrisa genuina. Lleva más de 50 libros publicados. Se considera una poeta y sus primeras publicaciones fueron en los ‘80, a través de las editoriales Tierra Firme y Último Reino. Publicó ensayos de su trabajo como investigadora pedagógica, libros infantiles y novelas para adultos en Ecuador, Bolivia, España y Argentina.

Ahora quiere consolidar y expandir La Andariega.

Los treinta años que las separan son para ellas una virtud. “Pertenecemos a generaciones tan distintas que hay marcas que yo traigo y que ella no tiene para nada y eso me libera de un montón de cosas”, reconoce Silvia. “Yo le recomiendo a la gente que se junte, y que eso sea intergeneracional, porque en verdad es algo muy, muy rico”, agrega.

Una editorial en el bosque cordobés

Entre los proyectos de la editorial, está la colección Más Bio, una idea que consiste en recorrer los biomas de América desde dos miradas: la científica y la artística-literaria. El primer bioma que están trabajando es el monte transerrano. Para más adelante apuntan al relato de la Amazonía boliviana, el Lago Titicaca y el Salar de Uyuni. La idea es trabajar con artistas locales y que cada libro tenga dos caras: una literaria y otra de divulgación científica. Estiman que por cada bioma habrá unos quince libros que cuenten la flora y la fauna del lugar y que estén destinados a niños y niñas de entre ocho y doce años.

La apuesta más fuerte, sin embargo, es la novela que durante la entrevista para este medio descansa sobre la mesa. Se llama “Una memoria como caldero”. Es un texto de más de 500 páginas en el que Silvia trabaja desde hace doce años y que tiene como protagonista a la corporación azucarera Ledesma y su historia. “A Ledesma me une un enorme amor”, dice Silvia. La escritora fue amiga de Dora Weiss, esposa del sindicalista Jorge Weiss, desaparecido en el departamento Ledesma (Jujuy) durante la última dictadura cívico militar, en lo que se conoció como La Noche del Apagón. Con ese nombre se recuerda a la serie de secuestros y desapariciones de trabajadores del ingenio, perpetrados en julio de 1976 por el gobierno de entonces con vehículos de la empresa.

Silvia participó de las Marchas del Apagón junto con las Madres de Plaza de Mayo Mirta Baravalle y Nora Cortiñas. Cuenta que viajó, habló, conoció y entrevistó a los sobrevivientes del lugar y que, en la novela, sus voces aparecen a través de distintos recursos literarios. Este mes, La Andariega se abrirá a una ronda de lectura del libro. La idea es hacer una venta anticipada y llevarlo a distintos lugares.

La confianza que las dos editoras tienen en el proyecto es total. Al respecto, marcan la proyección de sustento económico combinada con la militancia. Saben que no es sencillo. Vender y hacer libros nunca fue una salida fácil, mucho menos en espacios alternativos. Sus publicaciones están en ferias y librerías de la zona, pero por donde más se mueven es por la tienda virtual, donde se llega, sobre todo, de boca en boca. De recomendación en recomendación. “Lo que hemos creado y lo que estamos inventando y la manera de comercializarlo es antisistema y funciona”, dice Silvia. Y lo repite, por las dudas: “¡Funciona! Nosotras sacamos dos fanzines por mes. ¿Qué editorial puede sacar dos fanzines por mes?”.

Ambas saben que van creciendo de a poco pero con firmeza y que el mercado al que se dirigen confía en lo que hacen. Lo que pasa con eso, dicen, salta a la luz: su producto se consume aún cuando no hay un mango. Significa la posibilidad de un regalo para un cumpleaños o para las fiestas de fin de año. Es un evento artístico con un precio mínimo de entrada. Es una postal o un fanzine a menos de 10.000 pesos.

Silvia concluye: “Todos los días el pronóstico es que esto no va a funcionar. Pero funciona, y mucho. Todos los días entra una plata por algún lado, todos los días vendemos algo. Y todos los días nos eligen. Porque la gente ve que esto funciona. Y si estás en un mundo donde todo se degrada permanentemente y de pronto hay una pequeña cosita que sí prospera, querés estar ahí cerca. ¿No?”.

 

Gentileza de

Agencia de Noticias Tierra Viva

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