Por: Kael Fotografías
Ver a 1915 en un lugar como Ciudad de Gatos le dio otra intensidad al show. La cercanía con el escenario hizo que la potencia de la banda se sintiera el doble. Desde el primer acorde demostraron esa precisión técnica que los caracteriza, pero con la tracción a sangre y la energía que pide el vivo.
Hubo baile, hubo calor y una conexión inmediata con la gente que llenó el lugar. Se notaba que la banda lo estaba disfrutando tanto como la gente y lograron que el show fuera una fiesta íntima y explosiva a la vez. La conclusión es clara. Si te gusta escucharlos en casa, verlos en vivo es una obligación sí o sí. Y si todavía no los tenías en el radar, dales una chance porque es una propuesta que no falla.












