Se trata de una canción que a través de poderosas guitarras, una voz grave y un atrapante ritmo de batería, rinde homenaje a una artista excepcional que irradia carisma en cada uno de sus movimientos, expresada por un narrador que queda hechizado por su actuación apasionada.
La artista se presenta con un estilo único, una imagen extravagante que resalta su singularidad. Su presencia se vuelve el punto focal en cualquier ambiente en el que se encuentre, y sus habilidades la convierten en un verdadero espectáculo para la vista y el oído, creciendo la atracción hacia esta enigmática figura. La música se convierte en el lenguaje de su conexión, y el mutuo deseo se hace palpable mientras se anticipa un encuentro inolvidable, describiendo un retrato donde dos almas se encuentran a través de la pasión y la música.
Un tributo a la seducción y el magnetismo que una artista talentosa puede ejercer sobre su audiencia, convirtiéndola en la reina indiscutible del escenario.
Bell Bond nace en City Bell, partido de La Plata, Argentina, a partir de las composiciones de Tomás Bonini (21 años, voz y guitarra), completandose la banda con Franco Fasoli (22 años) en el bajo y Delfina Cejas (25 años) en batería.
Con letras melancólicas camufladas en un ritmo energético e instrumentos cargados de influencia de movimientos como el garage rock de The Strokes, el post-punk de Joy Division y The Cure, el estilo de Bell Bond también porta una fuerte inspiración en bandas como Airbag, Soda Stereo y Virus, como también en bandas de un circuito más indie, como El Tío Valen, Rara, Bosque de Lorien, Wookies, Hojas Secas, Barrefondo, Perez, Vita Set, entre muchísimas otras.
