Por: Luis Mino
Nicolás Schweigmann, biólogo del Conicet y de la UBA, es una de las personas que más sabe sobre el mosquito que transmite el dengue. En diálogo con Aire de Santa Fe advierte que las fumigaciones masivas no sirven y explica qué se puede hacer para controlarlo.
La Argentina enfrenta uno de los brotes de dengue más graves de su historia, con más 7.000 casos en Buenos Aires y más de 2.500 en la provincia de Santa Fe. El biólogo Nicolás Schweigmann, investigador del Conicet y de la UBA, derriba todos los mitos en esta entrevista con Aire de Santa Fe. Con mucha claridad advierte que las fumigaciones masivas no sirven, que el aedes aegypti -el vector del dengue- no pica a «oscuras» y pone en foco los lugares en los que se cría y reproduce. Es una oportunidad para conocer a fondo un mosquito que hay que aprender a controlar con eficacia y sin poner en riesgo la propia salud.
-¿Usted vino a dar una conferencia a Santa Fe antes del primer caso de dengue, en los 90’?
Es cierto. Estuve en la ciudad en 1997 y di una charla en la que hablamos de que se venía el dengue, que justamente apareció el año siguiente en Tartagal (Salta) y Puerto Iguazú (Misiones). Diez años más tarde tuvimos brotes en 2009 en Santa Fe, en el 2016 y ahora con muchos casos en Buenos Aires.
– ¿Influyó el cambio climático y la “tropicalización” en la llegada del dengue?
Sí, influyó. Pero lo que más contribuye es el cambio ambiental. Todo lo que hicimos favoreció la presencia de este mosquito: el aedes aegypti, que volvió a ingresar a la Argentina en 1986. Lo habíamos erradicado en la década del 50’ y volvió en los 80’, entre otras cosas en los neumáticos importados de Japón que llegaron con huevos de aedes.
– ¿Por qué dice que lo que más contribuyó es el cambio ambiental?
Tiene mucho que ver con los basurales cerca de las ciudades, con que hay mucha más chatarra y recipientes tirados en todos lados que pueden acumular agua y generar el ambiente en el que se crían los mosquitos. Antes una heladera te duraba 30 años, ahora todo se tira mucho antes y termina generando muchísima basura. Los neumáticos tirados son uno de los criaderos más importantes. Cuando salgo a buscar mosquitos, lo primero que hago es ir a las gomerías. En todo el país debería haber plantas de reciclado de gomas usadas y solo hay dos en las afueras de Buenos Aires.
– ¿Qué grado de relevancia tiene la enfermedad ahora?
Todos los veranos tenemos un altísimo riesgo de transmisión de dengue, chikunguña y también zika. Los casos dengue se desencadenan cuando llega una persona de viaje de Paraguay, Bolivia, Brasil o México, entre otros países. Si llega una persona con dengue a la manzana en la que yo estoy, es probable que los mosquitos aedes se infecten y al cabo de unos ciertos días comiencen a transmitir la enfermedad a los vecinos. Si esas personas se mueven a otras manzanas, van a infectar mosquitos de otras zonas.
– ¿El aedes puede nacer con el virus del dengue?
En la bibliografía hay algunos casos, pero en general el contagio en la Argentina se inicia cuando llega una persona de un viaje. Es distinto en Brasil y Paraguay, en donde la enfermedad ya está instalada. Si los mosquitos nacieran con el virus, los brotes comenzarían en la primavera, cuando eclosionan los huevos y siempre se dan a partir de bien entrado el verano.
– ¿Es cierto que el dengue es una enfermedad de la pobreza?
Es incorrecto, cualquiera se puede enfermar; pero las personas con bajos recursos suelen tener menos posibilidades de atención. Por eso afecta más a las personas pobres.
– ¿Es verdad que las bajas temperaturas terminan con los mosquitos?
Cuando comienzan las bajas temperaturas se van los mosquitos adultos, pero quedan los huevos pegados en las paredes esperando la primavera siguiente para eclosionar. Por eso es un momento ideal para hacer prevención: si limpiamos vamos a tener mucho menos dengue en el verano y el otoño siguiente. Cuando empieza a hacer frío, es muy importante evitar que el aedes ingrese a la casa porque intentan entrar para refugiarse del frío.
Gentileza de: Aire de Santa Fe Digital