12 años pasaron desde que un policía, portador de esa loca manía de reprimir, fusiló al maestro Carlos Fuentealba.
Jorge Sobisch, el entonces gobernador, fue quien ordenó el ataque a lxs maestrxs. El mismo dirigente, quiso hace muy poco, postularse para la gobernación. Dos factores a tener en cuenta: la postulación evidencia la impunidad; el porcentaje obtenido en la elección es preocupante. Quien disparó la orden de Sobisch, quien ejecutó el asesinato, sigue en funciones.
Un día como hoy, cálido, mataron a un maestro. Por qué lo mataron: porque pretendía un mundo más equitativo, incluso para los hijxs de la policía. Porque reclamaba un salario digno, mejores condiciones de trabajo. Porque tal vez, pensaba y hacía pensar, qué peligrosa actividad! La realidad en la que luchaba Carlos no era muy distinta a la nuestra.
En estos momentos, mientras escribo, un vendaval de personas sostienen una bandera que dice: Memoria Verdad y Justicia por Carlos Fuentealba.
Escribía Mex Urstiberea en un diario porteño que “aquellos que le pegan a los maestros son burros, son primarios, porque lo único que saben es matar a un maestro”.
#SobischNuncaMas
Foto principal: gentileza de Facundo Falil