La verdad es falsificable. Los límites se vuelven difusos. La máscara se vuelve realidad. Locura y cordura se confunden. Igual que víctima y victimario.
Con precisión quirúrgica, Galcerán estructura su obra milimétricamente, develando paso a paso, sin anticipar, los elementos que nos llevarán a tomar partido por uno o por otro. Con personajes con una lógica de conductas que no reflejan aparentemente conductas lógicas, pero que en el devenir de la historia van cobrando sentido y nos obliga a cambiar de opinión. Casi que no es tan importante su contenido, como su mecanismo y funcionamiento, que nos pone en cuestión nuestras propias creencias de cómo engañamos, somos engañados, creándonos una ficción de la que terminamos convencidos, hasta que descubrimos que es eso: una ficción.
Toda la obra de Jordi Galcerán se caracteriza por ser de una tensión dramática extrema y una capacidad de sorpresa que nos mantiene en vilo hasta su -sorpresivo- final. Esto gracias a una estructura impecable en la que cada elemento está puesto en el lugar que debe estar puesto, generando un sistema de “cajas chinas” donde los giros y quiebres en la historia mantienen la atención de los espectadores, haciendo que éstos quieran anticiparse a los próximos acontecimientos, pero siempre son superados.
Cómo va develando cada elemento es vital para mantener dicha atención y a su vez, no generar tal angustia que el espectador desconecte de la historia. Dicha revelación va confirmando, ratificando y poblando de sentido las conductas que hasta ese momento podían resultar incomprensibles. Y mucho más que eso: esos comportamientos que habían generado un juicio previo en el espectador, ahora se desmoronan y adquieren otro sentido, sino el inversamente proporcional al que habían tenido, poniendo cuestionando toda nuestra percepción de la realidad.
Un asunto como un femicidio -que es un tema álgido desde siempre, no sólo ahora porque en estos tiempos tenga más visibilidad- es el contexto en dónde se desarrolla esta historia feroz. Y claro, todas las reflexiones sobre el amor y las pasiones, la cultura y los mandatos sociales y familiares, son puestos en cuestión.
Autoría: Jordi Galcerán
Actúan: Ernesto Falcke, Natalia Pascale
Vestuario: Pheonía Veloz
Realización: Pablo Figueroa
Dispositivos escénicos y banda sonora: Guillermo Ghio
Diseño de luces: Tamara Josefina Turczyn
Realización de videos y fotografía: Fiero Fuego (productora creativa)
Diseño gráfico: Horacio Carro
Prensa: Mutuverría PR
Gestión institucional: Emilia Cornier
Asistencia de dirección: Iranda Acosta Toloza
Ayudante de dirección: Pablo Turchi
Dirección general: Guillermo Ghio
Agradecimientos: Mirta Tamayo, Silvia Ribera, Sole Ayardi, Marcelo Velázquez, Marcelo
Rodríguez, Gonzalo Arias y Gerardo García.
SÁBADOS A LAS 21 HORAS
Ítaca Complejo Teatral – Humahuaca 4027