El terrorismo de Estado impactó sobre el campo de la cultura, no sólo por haber reprimido, asesinado y censurado a cantidad de intelectuales, escritores, poetas, educadores, periodistas y artistas sino también, porque los proyectos que se propuso destruir estaban vinculados a un modo dominante de entender la cultura. El accionar represivo abarcó también la desaparición de bienes culturales y simbólicos.
La política cultural de alcance nacional que tuvo el terrorismo de Estado, fue una verdadera estrategia de control, censura, represión y producción cultural, educativa y comunicacional, cuidadosamente planificada.
En la persecución a escritores, los cuales algunos fueron desaparecidos, encontramos a: Héctor G. Oesterheld, Rodolfo Walsh, Francisco «Paco» Urondo, Haroldo Conti, Roberto Santoro, Susana «Pirí» Lugones; otros encarcelados y algunos empujados al exilio, como: Antonio Di Benedetto, Ismael y David Viñas, Osvaldo Bayer, Pedro Orgambide, Juan Gelman, Humberto Costantini, Nicolás Casullo, Mempo Giardinelli; Leónidas Lamborghini, entre otros.
En 1979, bajo ese nombre de Operación Claridad, se realizaron acciones de espionaje, investigación y persecución sobre personas vinculadas a la cultura y la educación: Mercedes Sosa, María Elena Walsh, Sergio Renán, Pacho O’Donnell, Horacio Guaraní, Nacha Guevara, Aida Bortnik, Roberto «Tito» Cossa, Agustín Cuzzani, Eduardo Pavlovsky, Horacio Sanguinetti, César Isella, Roque Narvaja y Litto Nebbia, fueron algunas de las víctimas de dicha Operación por considerar tener antecedentes ideológicos desfavorables. Entre las mismas listas aparecen treinta y nueve estudiantes y docentes que aún hoy están desaparecidos.
En relación al Sistema Educativo, al cual consideraban un terreno subversivo por tener acceso a saberes, opiniones y razonamientos que podían llegar a cuestionar el orden actual, se controló con un proyecto, el cual implicó la expulsión de docentes; el control de los contenidos; prohibición del uso de barba y pelo largo, prohibición de vestir jeans; normas de presentación y aseo. La internalización de la moral cristiana y la tradición nacional, por ende se cuestionó la educación sexual, la literatura contemporánea y el evolucionismo.
Jacques Hassoun, dice que la tarea de la transmisión se vuelve más urgente y necesaria, y se presenta como un trabajo, como un problema del que debemos ocuparnos socialmente, por eso mi convicción de mantener la memoria siempre presente, en la interacción, sobre el tema de la dictadura, suelen decir que es una huella en nuestra historia que duele, porque muchos miraron para otro lado, pero que debemos mantenerla visible para poder generar conciencia sobre la importancia de que esto no vuelva a pasar Nunca Mas, construyendo una mirada crítica y una herramienta para poder tomar posicionamiento; quizás hoy la democracia en esta en las manos equivocadas, pero sin embargo, sigue siendo la mejor organización social, al menos, hasta el momento. Esto último, es claramente mi opinión, personal la cual espero que invite a la reflexión, el debate, y la apertura de nuevas preguntas y respuestas para la toma de posición frente a sus realidades.